Violencia

Aquiles Baeza para El Rodriguista.

En estos agitados días de la revuelta social los discursos políticos e ideológicos son parte del incansable tráfico de imágenes y (des)información. Los matices y acentos políticos cambian hora a hora. Lo que parecía bueno ayer hoy no lo es tanto. Los discursos para los “oportunistas” y “pragmáticos” son “líquidos” y acomodables a las urgencias, ya no de los días, a la urgencia de los minutos y segundos. La “casta política” chilena, que es la casta política del “orden” capitalista,  vive de esa manera, vive de esa “virtud”, es su experticia, es su especialidad y para eso le pagan, al parecer de manera muy onerosa.

1.- El tema de la violencia, por la importancia que tiene, es recurrente para todos y en especial para los “pacifistas” y “demócratas”. Las mentiras son muchas y de distinto calibre. Hasta ahora no ha existido una sociedad sin violencia, ella es ejercida de mil y una formas, material y simbólicamente. Es la imposición de unos sobre otros. Cada sistema social conocido se ha fundado en actos violentos y para su mantención ejerce violencia, los que la ejercen la “naturalizan” y la hacen “buena”, necesaria para mantener el orden social, disfrazan ese orden social como “legítimo”, el cual se debe defender. Ahora está de moda las frases de los defensores del actual orden violento con aquello de que hay que defender la “democracia”. Para lo cual a nombre de una falacia dicen que el monopolio del uso de la fuerza lo tiene el Estado para hacer respetar el “bien común”. Por el bien común se puede reprimir, encarcelar, quitar, violentar. Ello se puede hacer de manera más o menos “humanitaria” y la ley  junto a los “protocolos” marcarían una diferencia, dicen, … eso dicen. Todos sabemos que le ley es interpretada por los que la ejercen, “hecha la ley, hecha la trampa” diría un jurista.   De todo esto se desprende que hay violencia “buena” y violencia “mala” según los intereses de los sectores o clases sociales en pugna.  Lo que en Chile no se dice es que la violencia “buena”, “democrática”, sería la que defiende el derecho de los ricos y abusadores contra los pobres y dominados. Es cosa de hacer un catastro de los que están presos en Chile y el 99,9% pertenece a los sectores más desposeídos. Para todos es evidente luego de un mes de revuelta, que existen miles de presos y muchos de ellos torturados por “saquear” los bienes de las grandes empresas (lamentablemente también hay “domésticos” que  le roban al pueblo). ¿ Pero hay algún preso del saqueo que nos hacen las AFPs, de las colusiones de las farmacias, de los que evaden impuestos a gran escala, de los que se roban los derechos de aguas, de los que matan a gran escala la madre tierra?, parece que no. ¿Hay algún proyecto de ley de los “políticos” anti-corrupción, anti-mentiras políticas, anti-mercenarios, etc? Parece que no. Parece que todos los discursos contra la violencia tanto de este pésimo gobierno, como de las distintas “oposiciones” son solo discursos interesados, discursos afines a los intereses económicos y políticos de los grandes grupos económicos y de las transnacionales.

2.- La democracia en general y en particular la “democracia chilena actual”, como régimen capitalista, se fundó en actos muy violentos y en Chile se fundó en la dictadura de Pinochet y sus secuaces civiles y militares. No hubo en la historia y menos en la experiencia chilena un llamado “pacto original” que permitiera decir que todos o la mayoría dieron origen a los criterios de “bien común” y de pacto social. Lo que ha existido se ha disfrazado de ello y es el “orden” de los vencedores que bajo su lógica de gobernanza (que puede ir variando en el tiempo) fundan regímenes con distintos grados de participación social, eso sí, siempre guardándose el derecho de tener el monopolio del uso de la fuerza material y simbólica. Por esto y otras cosas son una gran farsa los argumentos que vienen de los sectores más reaccionarios del Partido Socialista chileno, también de buena parte del Frente Amplio y de los partidos de la antigua y nefasta Concertación de que está en peligro la democracia chilena por los actos violentos de la revuelta. En algo tienen razón, está en peligro para ellos lo que tanto y tanto “sacrificio costo construir”. En hora buena diría mi abuela, en hora buena que esté en peligro el sistema creado por Jaime Guzmán, en hora buena que esté en peligro las prebendas que tienen estos políticos de mierda, disfrazados de “demócratas” o de gente de izquierda, si ellos son parte de los saqueadores de Chile, son los que se venden a los grupos económicos, son los yanaconas o cipayos. Como no le va a espantar al PS que sus inversiones en la bolsa de valores estén en riesgo.

3.- Los sectores dominados, desde incluso sus “patologías sociales”, tienen todo el derecho moral del mundo de “mearle el asado” a los ricos. Alguien de manera sincera piensa que los cambios, incluso de institucionalidad, eran posibles sin que quedara un caos y que la gobernanza de los ricos tenga dificultades para “normalizarse”. Es más, si los sinvergüenzas de los “políticos” y los empresarios logran volver a su “normalidad” lamentablemente solo abra cambios cosméticos. La lógica es simple, durante 30 años, se marchó, se realizaron festivales, plebiscitos como en del NO + AFPs donde votaron más de 1 millón de personas y tantas otras cosas y no te “pescaron”, burlándose de tus peticiones, pero que quieren que sigamos “arrodillados”, casi haciendo felatio a los patrones todos los días *. Dicen los “genios” de las narrativas sistémicas, que las votaciones son el resultado de la opinión de la gente, chuta, suena bonito en abstracto, pero las distorsiones en las votaciones son gigantescas, desde el manejo mediático, el uso de la violencia simbólica a través del miedo, el clientelismo político, el manejo de la información, la guerra sicológica, la siembra del apoliticismo, de la desesperanza, del individualismo, del consumo hedonista y tantas cosas más, muestran la “democracia” chilena como un simulacro, una cascara.

4.- Los trabajadores, los pobres, tienen en legítimo derecho a usar métodos violentos como presión para conquistar sus demandas. No es que se quiera la violencia o los hechos de fuerza, es porque es la única forma en que los patrones y en especial los más ricos, escuchen y se allanen a negociar cambios sustantivos. Lo títeres, los “rostros” de los medios y de la política, los partidos corruptos dirán otra cosa.

En un mes de revuelta se han abierto las puertas del cambio sustantivo, 30 días valen más que 30 años de elecciones y festivales. El triunfo o la derrota son opciones abiertas.

Diciembre 2019.

  • ” Los términos “fuerza” y “violencia” se utilizan indistintamente para hablar de los actos de la autoridad o de los actos de la rebeldía. Y está claro que los dos casos dan origen a consecuencias muy diferentes. A mi juicio fuera muy provechosa la adopción de una terminología que no dejase lugar a ambigüedades, y el reservar el vocablo “violencia” para la segunda acepción. Se diría pues, que la fuerza tiene por objeto imponer la organización de cierto orden social en donde gobierna una minoría, en tanto que la violencia tiende a destruir ese orden. La burguesía empleó la fuerza desde los albores de los tiempos modernos, mientras que el proletariado reacciona a la presente, por la violencia, contra ella y contra el estado.Jorge Sorel. “Reflexiones sobre la violencia”. Ediciones SUR, Buenos Aires, 1971. p. 163.”

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