
Eduen Tapias.
La clase trabajadora, como tal, está perdiendo su rol protagónico de creadora de la riqueza. Esto sucede a propósito de la introducción de las máquinas inteligentes en el proceso producción. Ya en muchos lugares del mundo, especialmente en países con alto nivel de desarrollo tecnológico, el reemplazo de trabajadores en la labor de producción de bienes por robots ocurre de forma acelerada e intensa.
Este proceso de robotización conduce directamente a la reducción de los trabajadores por autómatas en los centros de producción y va de la mano con el rol cada vez más importante de los autómatas y la inteligencia artificial en la producción de bienes.
Hay fábricas en el mundo, que han reemplazado al 90% de sus trabajadores por sistemas robóticos y esto trajo consigo, que la producción aumentó en casi un 250%. Los dueños de fábricas tienen planes para reemplazar hasta más del 95% de los trabajadores por robots.
Como resultado de la robotización de la producción, la cantidad de desempleados en el mundo se incrementa y además se reducen los salarios. Esta robotización por cierto ya produce desbarajustes sociales y económicos en todas partes del mundo, por cierto, producto de la disminución del nivel de vida de los trabajadores, que pierden sus puestos de trabajo en beneficio de las máquinas.
Los estudios de los últimos años indican que la participación de los robots y la inteligencia artificial en el proceso de producción de bienes son cada vez más preponderantes y se asume, que más de la mitad de los puestos de trabajo actuales serán reemplazados por robots en año 2025 y que la automatización afectará entre 400 a 800 millones de trabajadores, que serán desplazados de sus puestos de trabajo en los próximos diez años. Otro estudio advierte que, para el año 2035 el 40% de los trabajos del mundo serán realizados por algún sistema robótico basado en inteligencia artificial.
El denominador común de estos estudios es que, en los próximos decenios, la cantidad de robots a utilizar en el proceso productivo crecerá de forma contundente y cabe destacar, que en el mismísimo Estados Unidos en las últimas dos décadas más de la mitad de los trabajadores de fábricas han sido desplazados por robots. Estos mismos trabajadores desplazados fueron absorbidos por trabajos de transporte, construcción, mantenimiento, oficina y administración. Solo que esos tipos de trabajo son sumamente vulnerables a la robotización en los próximos diez años.
En el caso chileno específicamente se prevé que dentro de los próximos veinte a cuarenta años, el 50% del trabajo estará en manos de máquinas, lo que hará entonces, que las grandes empresas generen inmensas ganancias, casi sin la participación de los humanos en el proceso de producción. Un cuadro desolador con el 50% de trabajadores cesantes y sin un sustento digno, para sus familias.
No es necesario ser adivino, para vislumbrar que la pandemia que está viviendo el planeta apura el proceso de introducción de los robots. Los robots en tiempos de pandemia se hacen incluso más atrayentes porque no se enferman, no contagian, sólo realizan trabajo. Son estos, parte de los argumentos, que los empresarios esgrimen, para apurar la adopción de robots e inteligencia artificial durante la pandemia. La inclusión de los autómatas en tiempo de pandemia se realiza en diferentes áreas de la sociedad, principalmente en la industria, hospitales, geriátricos, comercio, transporte, distribución, logística y limpieza y desinfección.
En resumen, la introducción de los robots y la inteligencia artificial en el proceso de producción tendrá un enorme efecto en los próximos decenios originando un impacto social muy perturbador y mucho más severo, que el sufrido por el modelo neoliberal, que se vive en la actualidad.
A diferencia del ser humano, los robots son máquinas electromecánicas, que para realizar trabajo no tienen otras necesidades más que su mantención y actualización de programas. Son tan diferentes a los humanos, que no comen, no necesitan vivienda, ni menos vestimenta. Son mucho más efectivos en el trabajo de manufactura y otras labores, que el ser humano. Ejecutan lo que se les ordena sin chistar, no se cansan, no duermen, no comen, no se enferman, no contagian, no protestan, no hacen huelgas ni revoluciones, al menos ahora en este estadio de su desarrollo.
En definitiva, los robots son el esclavo moderno perfecto del capitalista. Es perfecto, pero no tanto, hasta por ahí no más, porque le falta el toque, que necesitan los explotadores, …. que es el toque de consumir. ¡El robot no consume! Los robots no consumen mercancías como los humanos, porque son máquinas. ¡Los humanos son los que consumen!
Recordemos la máxima de que, solo cuando la mercancía producida es vendida, se realiza la plusvalía. Esto sucede cuando la mercancía es comprada por el “consumidor”. La plusvalía es la ley fundamental de la vida del capitalismo como sistema. Sin la plusvalía y sin la acumulación del capital, producto de la explotación del trabajador no hay capitalismo.
Para que se realice el consumo de mercancías en la sociedad, ósea, para que la gente compre, debe la gente contar con el recurso del dinero, justamente, para consumir las mercancías producidas por los robots, que son perfectos, pero no compran.
Entonces, ¿Como va a subsistir el sistema capitalista, si los consumidores de mercancías son reemplazados por robots, que no reciben pago por su trabajo y por lo tanto no cuentan con el recurso del dinero? ¿Quién va a consumir, para que el capitalismo continúe?
El sistema capitalista no se queda dormido en los laureles y ya tiene preparado los componentes necesarios, para la siguiente fase del desarrollo de su sistema. Asume diferentes posturas, modelos y formas de gobernar y en dependencia del tiempo histórico las adecuan y moldean, para que sean aceptadas por la ciudadanía con el solo objetivo de mantenerse como clase dominante.
Esa es la razón principal de que hoy en la presente coyuntura del desarrollo de la robótica, aparenta preocuparse por los trabajadores y la ciudadanía en general. Haciendo gala de empatizado y solidario, presentando al mundo su nuevo buque insignia bautizado como “Renta Básica Universal”(RBU), que tiene como único objetivo entregar el recurso necesario a los trabajadores, para que consuman.
Solo, con la gente consumiendo, el sistema capitalista puede continuar con vida. La RBU está concebida como un ingreso mensual, pagado por el Estado a cada persona, que se encuentra desempleado en su comunidad o país. La cantidad de dinero de la Renta Básica Universal se fija como un mínimo vital, ósea lo necesario para vivir y consumir en dependencia del país en que el trabajador se encuentre. Esto sin contar que, en muchos lugares del mundo, el Estado se despreocupa de la prestación de servicios esenciales como la salud y educación.
La RBU es el nuevo y engañoso recurso que el capitalismo utiliza en tiempos de robotización y también pandemia, para que la clase trabajadora consuma los bienes producidos por robots, para que los burgueses obtengan su ansiada plusvalía. La renta básica universal es el auto-salvavidas de la burguesía en este tiempo de robotización, para poder continuar en el poder.
La RBU ya ha sido votada en referéndum, ha sido y está siendo expuesta a experimentos en diferentes países del mundo. En Alemania, el país más robotizado de Europa contempla realizar un experimento con la renta básica universal. La ONU plantea crear una renta básica, para casi un tercio de la población mundial, casi 3.000 millones de personas, que viven bajo el umbral de pobreza, y de paso, para enfrentar la actual crisis económica producida por la pandemia.
¿Cómo, cuánto y de dónde el sistema sacará los dineros de la Renta Básica Universal?
La vanguardia del sistema de dominación, que rige en la actualidad, a través de Bill Gates, uno de sus voceros más importantes, hace dos años atrás anunciaba la idea de que los robots pagarán impuestos. Idea, compartida también por tres de los super billonarios del mundo; Musk de Tesla, Zuckerberg de Facebook y el más rico de todos Bezos de Amazon, que son la avanzada empresarial del mundo y que siguen a rajatabla la agenda mundial del capitalismo.
D’Artagnan y los tres mosqueteros señalan que parte de la riqueza generada por los robots, es la que pagará la renta básica universal. Argumentan que las máquinas que reemplazan a los humanos solo necesitan energía, para que funcionen, dejando caer la pregunta ¿Porque no traspasar a las personas parte del beneficio económico que genera?, esgrimida, para generar debate. Por supuesto la pregunta ya está respondida por ellos.
Y nosotros nos preguntamos ¿Cuánto será la parte del beneficio, que será traspasada a los trabajadores reemplazados por los robots? Y ¿Cuánto será el monto de la renta básica universal?
Gates, Musk, Zuckerberg y Bezos definen que la renta básica universal es la solución al problema de la robotización, porque comprenden cabalmente, que una sociedad empobrecida no genera negocios y por cuanto no produce ganancias. Aceptan y promueven la cobra de impuestos a los robots como la forma menos perturbadora, para que el capitalismo siga con vida durante el tiempo de robotización.
Cuando se habla de renta básica y su monto, no se fija una cantidad concreta, pero si se vuelve a establecer, que es aquella que permite al ciudadano tener sus necesidades básicas cubiertas, que son las necesidades mínimas indispensables y de diferente naturaleza, que los humanos requieren para su subsistencia. Es una cantidad de dinero que permite a los trabajadores vivir sin holguras. Según los informes de las diferentes experiencias en diferentes países, las cantidades fluctúan entre 20 euros en Kenia, pasando por Italia 780 euros y Alemania 1.200 euros.
¿Y qué ocurre con el nivel de pobreza creado por la inserción de los robots en el proceso productivo y de otras actividades?
Tomando como referencia al modelo neoliberal actual, nos damos cuenta de que la tasa de plusvalía experimenta un fuerte aumento y eso solo se explica básicamente por la drástica bajada del salario real de los trabajadores. Es por eso que el modelo neoliberal genera tanta pobreza. Como consecuencia de la robotización, la pobreza aumentará considerablemente y la imposibilidad de mucha gente en el mundo de satisfacer sus necesidades físicas y psicológicas básicas, por falta de alimentación, agua, vivienda, educación, sanidad o electricidad, será mayor que ahora.
La robotización definitivamente producirá más pobres en el mundo.
Estamos en la antesala de un cambio sine qua non en la historia de la humanidad, que va a cambiar todas las normas y reglas a seguir en las sociedades del planeta y aún nos dejamos engañar con subterfugios baratos de Plebiscitos y Convenciones, y que paradójicamente sabemos de antemano, que son un fraude.
La Asamblea Constituyente es la única instancia soberana, que puede y está en condiciones de definir lineamientos justos y cuerdos de convivencia a seguir por toda la sociedad.