Opinion Politica respecto a los 50 años del Golpe de Estado del Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez

Los 50 años, son el recuerdo de la lucha permanente de

nuestros pueblos

La humanidad debe recorrer el camino inmediato al socialismo, única alternativa para que nuestro planeta no sea destruido en medio de la explotación, la depredación, la muerte y el sufrimiento que genera el sistema capitalista. Aquellos que creemos en una sociedad sin clases, en la justicia social y la dignidad de los seres humanos, somos quienes vamos a recordar estos 50 años de lucha incesante contra la explotación y la miseria. No son solo 17 años de dictadura, son 50 años en que nuestras mujeres y hombres han continuado con el sueño de aquellos que lo dieron todo incluso sus vidas.

No debemos permitir que se imponga el recuerdo oficial, que lo que pretende en realidad es hacernos olvidar el proyecto de transformaciones por las cuales ofrendaron sus vidas nuestras compañeras y compañeros. La memoria oficial es la negación de la misma, es la memoria subyugada y subordinada al capital.

El territorio tiene un dolor profundo porque no hemos podido conquistar la felicidad para nuestras hijas e hijos y en esa aventura de amor y sacrificio han caído miles de las y los mejores, estos 50 años serían incompletos si no traemos a la memoria la resistencia y lucha de los pueblos originarios contra el genocida invasor español, sin los deseos de libertad y romper las cadenas de la corona, sin la lucha de las y los obreros salitreros o del carbón, sin la lucha antidictatorial.

Lo que hubo en Chile fue una contrarrevolución burguesa aliada al imperialismo norteamericano. No se hizo con la intención de solo arrebatar el gobierno a las fuerzas populares. Impusieron un golpe de estado porque ante el avance de las fuerzas sociales y populares debieron imponer a sangre y fuego un nuevo modelo de dominación capitalista, que se le ha llamado capitalismo neoliberal.

Están los que quieren recordar este momento como un mero simbolismo dejando en el pasado los gritos valientes de aquellos que una y otra vez soportaron la tortura, la clandestinidad, la prisión y la muerte, para que nosotros y nosotras tomemos las banderas para continuar la lucha. Los de los simbolismos son los mismos que reducen la memoria a los 17 años de dictadura, son los mismos que aparentemente recuerdan las injusticias del pasado, pero arremeten junto a sus verdugos contra el movimiento popular, contra las familias sin casa, apalean a nuestras hijas e hijos estudiantes, disparan igual que antes contra los waichafes que se encaraman en las Araucarias para recuperarlas y reproducirlas por millones. Recuerdan con el lado izquierdo, pero reprimen a los pueblos con el derecho.

Se subordinan al imperialismo norteamericano, el que financió y operó el golpe de estado, llegan a acuerdos con aquellos que se enriquecieron con el terror y la muerte y que acumularon riquezas inundadas de sangre, a todo esto, le llaman “consensos civilizatorios”.

Vivimos en una sociedad de la mentira, donde han corrido hacia la derecha hacia el infierno las demandas urgentes. Todos y todas aquellas que levantan sus voces inmediatamente están susceptible de caer en la maraña legal que han impuesto los poderosos, si son Mapuche se les puede aplicar la ley antiterrorista, si son sin casas se les puede aplicar la ley antitoma, si se manifiestan se les puede aplicar la Ley Naín-Retamal que de pasó dejó en la impunidad a los criminales bastardos de la Revuelta Popular. Son una casta que cuidando los intereses de la gran burguesía también cuida las dádivas que ésta le chorrea. Son una burocracia insensible e indolente, que para tener buenos sueldos inventan fundaciones que se apoderan de lo poco que le llega a las y los pobres. Ya no se les puede considerar cómplices son participantes activos en la represión y la explotación.

Todo esto es posible porque son los dueños de los medios de comunicación masivos, que permanentemente se esmeran en diseminar la idiotización, todo es de fantasía, todo es una mentira repetida una y mil veces. Van creando supuestos héroes que un día parecen ser “amigos del pueblo” y al otro día lo atacan sin misericordia. Es el capitalismo, la democracia burguesa, medios de manipulación, leyes represivas, represión policial y militar, una política económica de ultra acumulación, podríamos decir que es la dictadura perfecta.

La Revuelta Popular de octubre del 2019, fue un torbellino de oxígeno para las fuerzas revolucionarias. Nuestro pueblo salió a enfrentar al capital con todas las fuerzas, no estuvimos presentes, no fuimos oportunos en este momento inédito de nuestro país. Muchos sacrificaron sus vidas, la brutalidad una vez más se hizo presente como siempre. Asambleas, ollas comunes y organización militar para pelear. No subestimemos las capacidades del movimiento popular, no menospreciemos la experiencia que nos permite la crítica y la autocrítica. Lo que nos enseñó la revuelta, es que es necesario luchar y que el uso de la fuerza en manos de las fuerzas populares y revolucionarias tiene una fuerza gigante. Nos enseñó también que no se puede confiar en los vacilantes, que existe una casta política bastarda que siempre va a cuidar los intereses de los poderosos. La revuelta nos muestra la ausencia de la clase obrera y la importancia que tiene en esta lucha.

Los comunistas-Rodriguistas debemos ser generosos en la búsqueda de caminos que permitan en primer lugar la unidad de las y los revolucionarios, no permitir dilación y burocratismos en su concreción, menos permitirnos que se distorsione el sentido de la unidad, debemos buscar los caminos que sean necesarios pero debemos ser inflexibles en que es necesaria en primer lugar la unidad de los que quieren cambios profundos de los que buscan una sociedad de justicia social, no debemos permitir que se imponga la idea de la unidad a toda costa, porque sacrifica los verdaderos objetivos revolucionarios y termina diluyéndolos.

Tenemos el compromiso de fortalecernos y organizarnos de mejor manera, de una forma que sirva de verdad a la lucha por cambios radicales, que los insensibles y timoratos continúen indolentes ante el sufrimiento de nuestros pueblos, esperando que la institucionalidad de los ricos solucione la vida de los pobres, que finalmente son fantasías que nos han costado vidas hermosas. Sabemos que si seguimos haciendo lo que antes hacíamos significa que nada hemos aprendido de las enseñanzas de nuestros pueblos y sus rebeliones.

Lo que debiese ocupar nuestras fuerzas y nuestros ímpetus es la construcción del proyecto revolucionario, necesitamos de todos y todas para levantar esta buena nueva, porque para llegar a nuestra meta necesitamos de fuerzas organizadas y revolucionarias, que busquen con urgencia y decisión los caminos que nos lleven a terminar con la injusticia y la explotación.

No recordamos a las nuestras y nuestros como las víctimas de una derrota, sino como luchadores sociales y revolucionarios cuyo ejemplo nos va a llevar al triunfo.

A construir fuerza popular

 

Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez

Septiembre 2023

50 años de lucha

 

 

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