La importancia de la Batalla de Pichincha para América Latina

La Batalla de Pichincha fue llevada a cabo por venezolanos y ecuatorianos contra tropas españolas.

Publicado 24 mayo 2020. Telesur

Hace 198 años Ecuador se liberó del yugo español gracias al Ejército independentista que, al mando de Antonio José de Sucre, llevó a cabo el sueño de Bolívar.

El sueño de Simón Bolívar de libertar a América tuvo uno de sus más grandes logros el 24 de mayo de 1822 con la Batalla de Pichincha, cuando el Ejército patriota, al mando del venezolano Antonio José de Sucre, dio la libertad a Ecuador.

La liberación de Quito le abrió al Ejército Libertador las puertas hacia el Perú, lo que haría posible su posterior independencia española y un logro más de la gesta emancipadora.

La batalla de Pichincha

Tras el fracaso de las conversaciones de paz por parte de los sublevados con el gobierno español, el mariscal Sucre viajó desde la Venezuela para ayudar a los independentistas contra los realistas. Un año después de vencer en la batalla de Yahuachí (1821), el Ejército Libertador llegó a Pichincha.

Al ver que los enemigos no retrocederían, el general Sucre tomó una decisión insólita y determinante: Ordenó a su batallón atravesar la ciudad de sur a norte, en horas de la noche, escalando el volcán Pichincha a 4.600 metros de altura.

A las nueve de la noche comenzó el ascenso y a las ocho de la mañana el Ejército logró llegar a la cima del volcán. Abajo: el pueblo Quito y sus 60.000 pobladores, quienes serían liberados en las próximas horas.

El enfrentamiento armado se dio entre las tropas independentistas de Sucre y las del jefe realista, José Aymerich, venciendo y completando la independencia que constituía la República de la Gran Colombia.

¿Por qué es tan importante para la guerra independentista?

La gran batalla de Pichincha no solo marca el día de la independencia del Ecuador, sino que también abrió aún más las puertas del sueño de Bolívar y sus guerreros.

«Cuatrocientos cadáveres enemigos y doscientos nuestros han regado el campo de batalla… además tenemos 190 heridos de los españoles y 140 de los nuestros… Los cuerpos de todos han cumplido su deber: jefes y oficiales y tropas se disputaban la gloria del triunfo. En tanto, hago una particular memoria de la conducta del teniente ecuatoriano Abdón Calderón, que habiendo recibido sucesivamente cuatro heridas, no quiso retirarse del combate. Probablemente morirá, pero el Gobierno de la República sabrá recompensar a su familia los servicios de este oficial heroico».

Antonio José de Sucre, 1922

 

 

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