Donde está “La Primera Línea” (un relato desde dentro)

Luis Vega

El año 2019 nos dejó una revuelta en todo el país que ya lleva más de 70 días. Uno de los epicentros es la Zona Cero, La Plaza Dignidad, en el corazón de Santiago, donde a diario se lucha al son de la consigna “Chile despertó”, donde las mayores manifestaciones han congregado a más de un millón de ciudadanos, allí se respira lacrimógena, las granadas y balines te sacan los ojos, los apaleos y detenciones son constantes, toda la maquinaria de guerra urbana se despliega allí,  drones, tanquetas, carros lanza aguas con químicos, zorrillos, caballería y los pelotones de fuerzas especiales criminales, entrenados y equipados por los gobiernos “democráticos”, fogueados en la represión en territorio mapuche. Los gobiernos de Bachelet y Piñera son los que más han invertido y entrenados a estos cuerpos policiales para reprimir a su propio pueblo. Pero el pueblo cuando es atacado y reprimido con la brutalidad que registran a diario las redes sociales, surge la inteligencia social traducida en autodefensa, surgen los héroes anónimos como en las historietas, pero en este caso la realidad de sus hazañas traspasa los límites de la imaginación: ellos son La Primera Línea.

Desde que se inició la revuelta no han descansado un solo día, no solo se enfrentan contra la represión pagando los costos en muertos, heridos y los que se encuentran en las cárceles, está toda la maquinaria de propaganda contra ellos, cada matinal, cada noticiero, senadores y diputados han descargado su artillería contra ellos, desde la derecha hasta los que se llaman de izquierda: “violentistas, lumpen, le hacen mal a las protestas pacíficas, son pagados con dineros internacionales” dicen. Pero el pueblo en su inmensa sabiduría los reconoce como suyos, cuando entran en combate son aplaudido por la masa y cuando son sacados heridos, también como cuando despidieron a Mauricio Fredes. Miles asistieron a su funeral, su ejemplo se multiplica en las principales ciudades. En torno a ellos están los puestos sanitarios, los del agüita con bicarbonato, los que apagan las bombas lacrimógenas, los que llevan comida, los que ponen la música, como los de la Radio Plaza de la Dignidad, los fotoreporteros, un sin fin de voluntades.

La convocatoria a esperar el año nuevo en la plaza dignidad tenía el acento en continuar con la protesta social, en continuar con ese espíritu de solidaridad y camaradería, que se vive a diario en la zona cero, pero para la primera línea cada día es de lucha y el último día del año no sería distinto, pero a pesar de ello diversas organizaciones en torno a la “Radio Plaza de la Dignidad” organizaron una cena para la primera línea, allí donde a diario se combate, las dificultades no serían pocas, la fundamental, instalarse con represión o no, y allí estábamos dispuestos con más de 300 cenas, había que hacerlo de la mejor forma.

No era repartir colaciones así no más, cada plato se preparó con delicadeza, las mesas también, los que atendían la cocina, los meseros y meseras, la seguridad para enfrentar la represión si llegaba hasta el corazón de la zona cero y una logística y organización que cuidó cada detalle, poco a poco fueron llegando las muchachas y muchachos de la primera línea, con sus capuchas, escudos en algunos casos, a tomar posición en las mesas preparadas para la ocasión casi al mismo tiempo empezaba la represión en uno de  los accesos a la plaza, los gases se hacían sentir en una de las esquinas de donde no encontrábamos, así y todo  se empezó a desarrollar la cena. Los puestos médicos de los diferentes sectores que acompañan la lucha diaria cenaron todos juntos.

En un momento un señor de edad se acerca y me dice: “…¿mi hijo es primera línea lo puedo acompañar?…”  y pasando entre las mesas se sienta a su lado, luego los veo alejarse abrazados con una ternura que conmueve.

Cuerpos a torso desnudo mostraban las cicatrices de la batallas así y todo se respiraba alegría, el arte, la cultura irrumpe con la Banda Conmoción, baile y música se respiraba en la atmósfera, algunas detonaciones se escuchaban a lo lejos, parte de la primera línea mantenía sus posiciones, luchaba contra la represión que en algunos momentos estaba a la vuelta de la esquina donde se cenaba.

Todo se poblaba de colores, llegaba gente de todas las edades, niños, familias completas, una pareja de chinchineros se hacía sentir con fuerza. Poco a poco se hacía de noche, se repartían las ultimas cenas, alguien de la cocina dijo: “hay que repartir los helados y galletas a la primera línea”, todo estaba sin lúz en el camino, a 200 metros era otro mundo, la seguridad de donde estábamos antes quedaba atrás, pasar por las pozas de agua y barro que dejó el carro lanzaaguas es una dificultad no menor cuando tienes que correr entre la oscuridad, al final de una calle angostas decenas de jóvenes se enfrentan con lo que tenían a mano, mantenían a raya la represión, el aire era denso, casi irrespirable por los gases, todos mojados por el accionar del guanaco, cientos de piedras impactaban en los carros y tanquetas, y nosotros?  como en una película surrealista repartiendo helados y paquetes de galletas en primera línea a metros de los pacos.

Así iba llegando a su fin la “La Zena Cero”,  faltando poco más de una hora para el nuevo año, son estas muchachas y muchachos en su gran mayoría, que con sus grandezas infinitas permitían que a 100 metros donde fue asesinado uno de los suyos, miles pudiesen visitara su animita con cientos de ofrendas,  y la gran mayorías de los que esperaron el año nuevo en la Plaza Dignidad, se sintieran seguros, con sentimientos encontrados, ya nada sería igual en nuestro Chile, gracias a los millones que despertaron en todos los rincones de la patria y a la “Primera Línea” que no ha permitido que la llama de la rebeldía y esperanza se apague.

 

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