*Camilo Katari
La plumas coloniales se encuentran derrochando tinta en su intento de confundir el triunfo po
pular con un ataqué al hígado. Debe ser una crisis existencial el de comprobar que la realidad nunca se acomoda a los deseos personales.
En sentido figurado diremos que Zarate Willka derrotó a José Manuel Pando y sus descendientes, dando un giro decolonial a la historia, Willka Zarate, Tomás Katari, Bartolina Sisa, Kurusa Llawe, Apiaguayky Tumpa, han traspasado la amarga muerte para cobrar vida plena y como ajayu ancestral retornan a pedir cuentas a los masacradores de ayllus y comunidades.
La historia la escriben los pueblos en jornadas de sacrificio como las marchas y bloqueo, en las resistencias de barricada como en el Plan 3000, en la ciudad de El Alto, zona sur de Cochabamba o los autoconvocados en Sucre y Tarija, esos miles de rostros jóvenes que le vencieron al miedo.
El racismo colonial no quiere aceptar la realidad y tratan de empañar la victoria popular, quieren repetir los días sangrientos de noviembre convocando a “cabildos” a “desconocer el fraude” y claro a repetir lo que un anodino periodista, militante del fascismo español que en su ignorancia, supone que los votos del pueblo son votos “ignorantes” cuando cada voto tiene miles de años de saber, de cultura y civilización.
Este remedo de Francisco Pizarro o de Diego Almagro, piensa que su color de piel le autoriza a sentirse superior, cuando ha vendido su alma, no al diablo sino al dinero, porque hasta el diablo en los andes odia a los racistas y baila con la virgen María.
La vieja aristocracia colonial que quiso jugar a la política apadrinada por un psicópata del norte ha recibido, después de más de 500 años, una bofetada en su blanco y barbado rostro, una bofetada que tiene sus ecos en los hermanos y hermanas de todos los pueblos del Abya Yala.
El colonialismo no ha terminado, esta es apenas una batalla ganada, nos espera un largo camino para vivir plenamente nuestra libertad con dignidad. Hay que desmontar el aparato colonial, incrustado en las formas de gobierno, en las instituciones, en la vida cotidiana, en esos poderosos instrumentos de dominación que son los medios de comunicación verdaderas máquinas inquisitoriales que viven de la sangre humana.
La descolonización no es un Viceministerio, ni un Ministerio es construcción de otro sentido común, es una revolución social, política y económica. Descolonizar es quitar el disfraz “izquierdista” de algunos racistas que encaramados en las academias, hacen uso de la retórica altoperuana para justificar su desprecio a los pueblos originarios, para justificar sus retorcidos argumentos de “analistas” que solamente amplifican las voces imperiales o de las clases infames.
El triunfo de la voluntad popular es la garantía histórica de seguir construyendo otro futuro, otra civilización y las plumas coloniales jamás podrán revertir esta historia escrita con el hálito cálido y victorioso de Túpac Katari y Bartolina Sisa.
*Camilo Katari, es escritor e historiador potosino